Como no tenia mas compañeros de juego que mis hermanos varones y al
ser la mayor, todas las tardes después de hacer tareas, jugaba con mis hermanos
sus juegos bruscos y reconozco yo era más brusca que ellos; así que sin
importar si era bailar un trompo, bolita de uñita, la chequita, manitas
calientes, el quemao, etc.; como era la mayor siempre salía cascándolos en los
juegos, pero a ellos les gustaba.
Nuestro verdadero padre “Pedro Zuleta” , viviendo con él nos
regalaba ropa, nos sacaba a comer, nos llevaba al parque, a cine, a las ferias
y nos consentía dándonos muchos gustos; pero después de la separación siento
que no podía tenernos más de un rato; no nos visitaba tan frecuentemente pues
ya tenía otra mujer; siempre estaba
mirando el reloj o con la babilla que tenia de esposa, y cuando caía el sol ya
nos traía con nuestra madre; nunca supe después de separarnos que nos
preguntara como estábamos, que nos sacara una sonrisa o nos enseñara de la
vida; en su sequedad sé que como hijos nos quería, sé que quería tenernos con
él y sé que nunca quiso que nosotros estuviéramos mal pero el tiempo cambia
todo y las cosas se olvidan y dejan de sentirse así que desde ese momento empezó
un proceso de abandono de él hacia nosotros y de nosotros hacia él que termino
en un olvido extremo que ya no nos importaba si venía o no venía a vernos ni tampoco
deseábamos ir a verlo pero mi mamá nos hacía ir para que él recordara que
existíamos y para darnos lo correspondiente a nuestra manutención.
El mundo de él y de mi mamá era muy distinto; mientras que él era un
tipo muy reconocido, un artista famoso en la ciudad y proveniente de una
familia pudiente; mi madre en cambio era una persona nacida en vivienda de
bahareque, rodeada de incomodidades y de familia pobre y sin reconocimiento
alguno.
Mientras vivimos con mi papa a mi mamá no la sentía tan contenta,
casi siempre discutía con mi papá y las peloteras eran tan grandes que la
familia también se metía; no sé porque peleaban tanto y porque se decían cosas
tan horribles y estoy segura que esos motivos los volvieron a separar y el amor
de ellos se acabó si es que acaso alguna vez lo tuvieron; de acá me quedo claro
que el dinero no lo es todo.
Bueno cuando mi mama se fue a vivir con el señor Wilson, que yo le
digo Padrastro, yo tenía 9 años, la verdad los primeros años después de
mudarnos estábamos viviendo bien, él nos daba lo que necesitamos, estábamos en
colegio privado, nos celebraba los cumpleaños, la familia de mi mamá nos
visitaba frecuentemente y él nos trataba muy bien; definitivamente pensamos eso
sería siempre. En fin… era el hombre perfecto; mi mamá se le notaba su alegría
de oreja a oreja, al parecer se había ganado la lotería y nosotros por nuestra
parte lo comenzamos a llamar papá.
Él provenía de Santander, con ese típico acento muy particular y del
uso de palabras como joda, picho, muérgano, pingo y decía vos cuando acá
nuestra costumbre es tutearnos; al comienzo no me contenía pues me daba risa
escucharlo y me tocaba salir corriendo al baño antes que mi mamá me viera y me
pegara pero ya con el tiempo me acostumbré; que yo sepa no recuerdo que
trabajaba exactamente solo sé que lo que pedíamos nos los daba.
Cuando yo cumplí los 13, para esa época a nuestro padrastro le cayó
una racha bien fea, quedo sin empleo y comenzamos a vivir una situación muy
dura pues era el único que sostenía la casa; fue entonces cuando nos sacó de
los colegios que nos gustaban y nos metió en colegios públicos; ahí empezaron
también los conflictos con mi mama e incluso hizo que mi mamá demandara a mi
verdadero papá, pero para sorpresa de él, mi papá en esa época era un hombre de
mucha influencia, con buenas conexiones en todas partes y lo único que logro mi
mamá fue sacarle la cuota de miserables $30.000 pesos mensuales para los tres.
Mi padrastro decía que él no tenía obligación con nosotros pues él
no era nuestro padre y se desentendió de nosotros, lo único que nos daba era la
comida y más nada; cuando discutía con mi mamá era peor pues nos acostábamos
sin comer todo el día; como mi mamá no estaba acostumbrada a trabajar lo que le
quedaba era pedirle ayuda a una vecina que era la madrina de mi hermano pedrito;
ella era la que nos daba para comer y nos tenía en su casa cuando la situación
estaba muy tensa; siempre nos dio la mano, no sé si este todavía viva o muerta
pero era una persona de buen corazón.
Tanto fueron los problemas y peloteras que un día nuestro padrastro
nos dejó sin casa, sacó toda nuestra ropa, los juguetes, las poquitas cosas que
teníamos y las tiro a la calle y nos hecho; mi mama intento no llorar pero yo
vi como sus ojos se le tornaron brillantes reflejando el brillo del sol
tratando de callar a pedrinche que no se contenía de llorar; quedamos ahí en el
bordillo un rato notando como los vecinos nos vigilaban por las ventanas medio
abiertas y por supuesto como los chismosos llegaban a saber los detalles de esa
primicia; por fin llego la comadre de mi mamá y nos llevó a su casa.
La comadre, la señora Tita como te dije vivía en la misma cuadra, no
en una casa bonita ni lujosa pero nunca le falto nada en su casa y no tenía
problema con su marido; ojalá esa hubiera sido mi mamá; en fin, la vida es una
suerte y una lotería que jugamos esperando ganar sin certeza que eso sea
verdad.
Nos quedamos en esa casa por algunos días pues la casa era pequeña y
como mi mamá misma decía “No es grato dar molestias a la gente ajena”; mi tía
Rosa, la que está en la guajira le dio la mano a mi mamá para que nos acogiera
por algún tiempo mientras mi mamá se reorganizaba y nos establecíamos; esos 6
meses que estuvimos ahí fue una delicia; mi tía y mis primas nos trataron como
hace rato no sentíamos, volvíamos a ser una familia y mi mamá se sentía más
tranquila, mi madre en ese entonces había sacado valor y colocó una venta de
fritos en la casa y con eso estaba dándonos para vivir adicionalmente a la
ayuda de mi tía.
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