Saturday, April 11, 2020

EL PRINCIPIO




Empezaré desde el momento en que a mi madre se le ocurrió la maravillosa idea de ponernos padrastro, ¡Dios! Si ella hubiese sabido en que iba a meterse creo que lo hubiera pensado dos veces, pero en fin!...  Se enamoró y pues pensó que ese sería el modelo de padre que nosotros necesitábamos. ¡Pobrecita! Creyó que estaba haciendo lo correcto, pienso que se sentía sola y necesitaba a alguien para ayudarla a salir adelante con nosotros pues éramos tres hermanos y pienso que para ella era demasiado y no se sentía capaz de enfrentar la vida con sus riesgos sola; ¿sabes? Uno cuando no está en los zapatos de esa persona le es muy fácil criticar y decir lo que pudo haber sido sin importar si lo está haciendo bien o mal  y pues yo no soy la excepción, cuando pasaron los años le reproche siempre su cobardía por no salir adelante con nosotros sin necesidad de ningún macho y siempre la culpe del futuro fatal que tuvimos, pues si ella hubiera pensado en nosotros y no en su ego de mujer y nos hubiera entregado a mi padre pues cuando estábamos pasando esa mala situación con mi padrastro mi papá se ofreció a quedar con nosotros y darnos todo lo necesario hasta la mayoría de edad pero mi mamá nunca quiso separarse de nosotros, por el contrario nos colocó en el peor de los sitios donde nos jodieron por dentro y por fuera sin importar que éramos niños; si hubiéramos quedado con mi papá otra situación estaríamos viviendo hoy en día; más que por mi lo digo por mis hermanitos y más por el menor, si hubiéramos estado con nuestro padre él no hubiera probado la droga, no se hubiera vuelto loco y no estaría vagabundo por las calles como un gamín más de este país y sería un hombre de bien.
No niego que aún tengo ese resentimiento con mi mama, pero también le pido a Dios que me ayude a perdonarla pues siento que mi alma ni la de ella estarán en paz hasta que yo saque todo esto que llevo por dentro; también me duele que ella se fue sin yo haberle pedido perdón pues no fui un ejemplo de hija porque desde que me alejé de su lado no la tenía muy en cuenta ni estaba pendiente de ella. Me distancié totalmente y ese es el mayor remordimiento que tengo en mi corazón.
Nuestra madre Alida Domínguez, ella fue siempre una mujer dura con nosotros, nunca nos ofreció la mano o una sonrisa ni se ofreció a jugar con nosotros ni de bebes ni de niños, quizás así le enseñaron que tenía que hacer las cosas o quizás nunca le enseñaron y por eso nunca nos trató diferente a darnos la comida, nuestras ropas, lo del colegio y de vez en cuando sacarnos con ella a visitar a un familiar; Ella tuvo cuatro hijos pero la  que hubiera sido mi otra hermana no quiso nacer con vida y a los cinco meses en la barriga de mi mamá estando discutiendo con mi papa, ella le llegó un gran dolor retorciéndose en el piso y mojándose la falda completamente; yo presencie ese evento que ojala no hubiera presenciado, ojala hubiera estado en el colegio para no verlo pero me asuste y corrí cerca de mi mamá llorando y gritándole “¡Mamaaaa que te pasa!, Mamaaaa!”; mi padre junto mis tíos que tenían vehículo se apuraron para llevarla al hospital mientras yo con ese miedo de perder a mi madre me tocó quedarme con mi hermano; tres horas después llegó él y no regresó al hospital, me imagino que con el remordimiento de ser el causante del asesinato de mi hermana no tuvo el valor de ir a visitarla, así que le tocó a mi tía acompañarla toda la noche  y al día siguiente más por obligación que por ganas nos llevó para verla; la verdad a partir de ese momento empecé a tener elementos para criticar a mi padre pero que por ingenua en ese entonces no interpreté y lo tomé como cosa del destino infame y de Dios que nos castigaba por haber hecho algo malo;  afortunadamente ella se recuperó  y dos años después de esa pérdida Dios me regala el compañero perfecto para mis juegos y mis momentos de ocio, nació mi hermano menor Pedrinche.
Nosotros somos tres hermanos; yo Ana, la mayor y responsable de cuidarlos a ellos; me sigue mi hermano Sebastián (TATAN) y el menor y más parecido a mí, Pedrito.
El sobrenombre TATAN lo puse yo pues pues  de pequeña no sabía pronunciar su nombre y le decía así; a mí también me busco sobrenombre pues me llamaba “ANICIA” y así quede.
Tatan a diferencia de mi salió más claro, era gordo como una bolita, cachetón y bastante comelón y su cabello ondulado pero no tan enredado, decían que iba a ser un cantante, artista o famoso por su carisma y gusto a los ritmos del vallenato; contaba con un libreta que atesoraba más que su vida, en ella dibujaba versos y piquerias para después presentarlos a sus amigos y cantarlos, lastimosamente nunca tuvo un apoyo; además siempre fue muy penoso para pedir favores, tanto que le daba pena pedir algo a mi mamá, ahora imagínate pedir ayuda a alguien desconocido, eso no lo haría jamás.
Tampoco le gustaba jugar tanto con nosotros o más bien prefería jugar donde no tuviera que correr tanto, no creo que sea por flojera, más bien creo que no le gusta sudar tanto en ese clima que sin moverse ya se sudaba; bueno ya sabía que no le gustaba correr con nosotros pero como era la mayor lo obligaba a jugar y con mi hermano menor le hacíamos maldades.
Más parecido a mí es mi hermano Pedrinche; alto, delgado (no tanto como yo), de piel trigueña, cabello enmarañado, muy amiguero, bastante cariñoso y muy conversador; tanto que en las calles quería hablar con todos los que pasaban cerca y en el barrio lo conocían bastante; Hay que rabia que me preguntaba cosas que en ese momento no sabía y no tenía con que contestarle y le salía regañando para que no preguntara más;  lo peor que las niñas lo buscaban y se lo peleaban para jugar con él y mis tías lo cargaban y se lo comían a besos.
Como no podía salir de la casa por ningún motivo so pena de una retahila y de paso unos pencazos bien dados, no tenía casi amigos ni amigas con quien jugar, solo podía dedicarme a jugar con mis hermanos y a cuidarlos todo el tiempo; nunca tuve muñecas para jugar ni chocoritos como hay ahora, para jugar teníamos las escobas, sabanas viejas, las ollas viejas, calderos que usábamos para hacer verdaderas comiditas usando como ingredientes lo que teníamos en la cocina y los que nos regalaban en la tienda; así aprendí a cocinar, haciendo y viendo a mi mamá haciendo lo mismo que ella; ya más grande ella me hizo preparar la comida de todos nosotros y fue cuando empezó mi calvario por la comida, comenzó a exigirme como si fuera experta y hay que dejara quemar la carne o pegar el arroz porque dormía bien caliente con tantos fuete dado por ella.
Recuerdo que la estufa de la casa tenía dañada la puerta del horno y debía siempre tener ajustado el vidrio para que no se cayera, yo sabía que eso era así y siempre me aseguraba de cerrar fuerte esa maldita puerta, pero las cosas pasan aunque estés prevenida y un día que estaba apurada por cocinar después de llegar del colegio pues debía realizar las tareas que no eran pocas y me preocupaba no tener tiempo suficiente para dejar todo al día pues revisarían las libretas; por ese apuro no me percate que no se ajustó la puerta y se cayó el vidrio cortándome al incrustarse de punta a punta el empeine de mi pie derecho; el dolor que sentí no fue tanto como el que me produjo cuando me sacaron partido en mil pedazos, uno a uno cada pedazo de vidrio roto, después vi el demonio encuero cuando me currucutearón para unir cada tendón, vena y articulación y cocerme; demore dos días en el hospital y un mes entero en la cama con el pie vendado hasta el tobillo y sin poder afirmarlo; de esa vez solo vi a mi papa una sola vez cuando estaba hospitalizada, seguro fue para llevar el dinero a mi mamá y cubrir con los gastos del hospital; me quedo de experiencia siempre enfocarme en lo que hago y no pensar en otra cosa.


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